domingo, 22 de junio de 2014
La verdad no admite devoluciones
La verdad no admite devoluciones. Miramos para otro lado pero aquí, ahora, personas como tú, como yo, inocentes como tus hijos o los míos están al borde del abismo. Al borde del dolor, de la muerte, del sacrificio infinito. Todos estamos al borde, a un paso del abismo, pero insistimos en mirar a otro lado. De pronto, un desconocido, un iniciado, nos señala el abismo y ya no hay nada más que vértigo.
martes, 17 de junio de 2014
10 palabras
Un comentario casual en una reunión anodina, escuchado sin querer, tal vez ni siquiera dirigido a ti personalmente. Pero te llevas la frase a casa, en el fondo del cerebro, oculto, enterrado....
Y por la noche esa frase sale de donde quedó aparcada, se instala en el centro de tu conciencia y ya no se moverá de allí. Durante horas, días, semanas, .... seguramente para siempre. Una idea, un concepto, unas palabras precisas que no dejan lugar a dudas, que no admiten interpretaciones. Eso pasó, ha pasado, está pasando y puede volver a pasar. Le puede pasar a cualquiera, te puede pasar a ti, le puede pasar a tu hijo que es peor, que es mucho peor, que sería insoportable.
Era una frase suelta, por el tono parecía un comentario sin importancia, una frase aislada para conectar dos comentarios también casuales. Pero no es así. Nadie construye una carga de profundidad tan devastadora espontáneamente. Diez (10) palabras precisas, inequívocas, colocadas meticulosamente una detrás de otras, palabras enunciadas perfectamente, alineadas sobre la barra.
Entre varias conversaciones cruzadas, mientras compartíamos una caña después de la última reunión del día, la frase quedó sobre aquella barra y al recoger para irnos me la traje conmigo. Y la verdad no admite devoluciones. Miramos para otro lado pero aquí, ahora, gente como tú, hombres como yo, personas inocentes como tus hijos o los míos están al borde del abismo, al borde del dolor, de la muerte, del sacrificio infinito... Estamos al borde, a un paso del abismo pero insistimos en mirar a otro lado. De pronto un desconocido, un iniciado, nos señala el abismo y ya no hay nada más que vértigo.
Y por la noche esa frase sale de donde quedó aparcada, se instala en el centro de tu conciencia y ya no se moverá de allí. Durante horas, días, semanas, .... seguramente para siempre. Una idea, un concepto, unas palabras precisas que no dejan lugar a dudas, que no admiten interpretaciones. Eso pasó, ha pasado, está pasando y puede volver a pasar. Le puede pasar a cualquiera, te puede pasar a ti, le puede pasar a tu hijo que es peor, que es mucho peor, que sería insoportable.
Era una frase suelta, por el tono parecía un comentario sin importancia, una frase aislada para conectar dos comentarios también casuales. Pero no es así. Nadie construye una carga de profundidad tan devastadora espontáneamente. Diez (10) palabras precisas, inequívocas, colocadas meticulosamente una detrás de otras, palabras enunciadas perfectamente, alineadas sobre la barra.
Entre varias conversaciones cruzadas, mientras compartíamos una caña después de la última reunión del día, la frase quedó sobre aquella barra y al recoger para irnos me la traje conmigo. Y la verdad no admite devoluciones. Miramos para otro lado pero aquí, ahora, gente como tú, hombres como yo, personas inocentes como tus hijos o los míos están al borde del abismo, al borde del dolor, de la muerte, del sacrificio infinito... Estamos al borde, a un paso del abismo pero insistimos en mirar a otro lado. De pronto un desconocido, un iniciado, nos señala el abismo y ya no hay nada más que vértigo.
jueves, 10 de octubre de 2013
Iñigo y el practicante
[Microrrelato para concurso]
ÉRASE UNA VEZ una aldea de pescadores donde sólo quedaban mujeres, niños y ancianos. El hombre de traje claro y maletín de cuero se acercó a unos chicos que apoyados en el espigón oteaban aburridos el horizonte.
- Iñigo, voy a ver a tu ama. Luego vuelvo y te doy lo que te he traído.
Dicho esto, el practicante caminó hacia las empinadas callejuelas esquivando cuidadosamente charcos, redes y aparejos amontonados en el muelle. A su espalda los demás muchachos intercambiaban codazos, risas y cuchicheos.
Iñigo, en silencio, tomó el mismo camino. Al pasar por delante de la cofradía cogió un cuchillo de los que usaban para desollar pescado.
ÉRASE UNA VEZ una aldea de pescadores donde sólo quedaban mujeres, niños y ancianos. El hombre de traje claro y maletín de cuero se acercó a unos chicos que apoyados en el espigón oteaban aburridos el horizonte.
- Iñigo, voy a ver a tu ama. Luego vuelvo y te doy lo que te he traído.
Dicho esto, el practicante caminó hacia las empinadas callejuelas esquivando cuidadosamente charcos, redes y aparejos amontonados en el muelle. A su espalda los demás muchachos intercambiaban codazos, risas y cuchicheos.
Iñigo, en silencio, tomó el mismo camino. Al pasar por delante de la cofradía cogió un cuchillo de los que usaban para desollar pescado.
jueves, 30 de mayo de 2013
Antes de morir
Los suicidas son los únicos que pueden dejar todo ordenado antes de morir.
Puede parecer una idea estupenda cerrar el chiringuito para siempre pero no hay manera de cuadrarlo todo. Y no pienso en las cuestiones trascendentes que le pueden dar sentido a la vida.
Hay que matarse a final de mes, después de haber cancelado el pago del alquiler. El casero se puede quedar con la fianza. Tampoco hay que dejar alimentos a punto de caducar porque es posible que tarden en echarte de menos. Pero hay cosas más importantes.
Puede parecer una idea estupenda cerrar el chiringuito para siempre pero no hay manera de cuadrarlo todo. Y no pienso en las cuestiones trascendentes que le pueden dar sentido a la vida.
Hay que matarse a final de mes, después de haber cancelado el pago del alquiler. El casero se puede quedar con la fianza. Tampoco hay que dejar alimentos a punto de caducar porque es posible que tarden en echarte de menos. Pero hay cosas más importantes.
lunes, 31 de mayo de 2010
La última campaña en Terranova
En 1712 catorce veleros de Bermeo naufragaron en las costas de Terranova durante la campaña del bacalao. Al año siguiente el tratado de Utrecht prohibió a las flotas gallega y vasca pescar en los caladeros del Atlántico Norte.
– Txo, ¿por qué salen tan pegados a Matxitxako?
– Joder, Kepa, Terranova está por ahí -dijo Andoni apuntando con la mano- ¿no querrás que vayan a Francia?
– Txo, ¿por qué salen tan pegados a Matxitxako?
– Joder, Kepa, Terranova está por ahí -dijo Andoni apuntando con la mano- ¿no querrás que vayan a Francia?
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